miércoles, 20 de julio de 2011

R.U.D.I.

DOS PASOS DE PAZ,
DOS PASOS DE GUERRA
(R.U.D.I.)

© Reynaldo Disla

A Jesús Sosa

DOS PASOS DE PAZ,
DOS PASOS DE GUERRA
(R.U.D.I.)
Santo Domingo, 1980
Estrenada por el Teatro Experimental Popular (TEXPO) en Casa de Teatro el 24 de julio de 1980 con las actuaciones de Anny Olivero, Basilio Nova, Frank Disla, Tony Gómez, Jesús Sosa, Radhamés Olivero y el autor, quien dirigió el montaje.

PERSONAJES:
ÉL
ELLA

ESCENA 1
Un escenario. El público mira el escenario. El escenario se ilumina. Sobre el escenario una plataforma alta a la que se llega por una escalera. ÉL y ELLA un día de San Valentín lleno de corazones. Empiezan a hablar para que el público se calle. Comienza el teatro. Y yo les recomiendo que, por piedad, utilicen bien las luces. Las transiciones márquenlas, además del movimiento, con las luces. Para estados de ánimo similares proyecten similares colores.
ÉL: ¿Qué quieres con mis orejas?
ELLA: Están rojas.
ÉL: Y llenas de polvo.
ELLA: Huelen limpias.
ÉL: Estoy contigo
Silencio.
ELLA: ¿Oyes bien?
ÉL: Te oigo.
ELLA: Tienes las orejas rojas.
ÉL: ¿Las tengo así?
ELLA: Sí.
ÉL: Y calientes.
ELLA: Sí.
ÉL: Estoy contigo.
Silencio.
ELLA: Te quiero tanto tanto.
ÉL: Se ponen coloradas por ti.
ELLA: Si se muere tu madre...
ÉL: Cubriré sus huesos con hojas azules.
ELLA: Yo velaré contigo.
ÉL: Si se muere mi madre.
ELLA: Si se muere.
ÉL: Tú rezarás.
ELLA: Yo rezaré contigo.
ÉL: Yo pintaré las hojas azules.
ELLA: ¿Por qué azules?
Silencio.
ÉL: Están blandos tus senos.
ELLA: Sólo una vez he sido madre.
ÉL: Están dormidos.
ELLA: Los has tocado: se despiertan.
ÉL: ¡Despierta, dormilón!
ELLA: ¡Despierten!
ÉL: ¿Qué hora es?
ELLA: Es pornográfico preguntar la hora.
ÉL: Te veo. Ahora tengo un poco de libertad.
ELLA: Los Derechos Humanos no se cumplen, ¿tengo la culpa?
Silencio.
ÉL: Si el viento que a veces, caprichoso...
ELLA: Caprichoso, so.
ÉL: ...ondula fuerte y bate los techos de las casas, tumba a mi padre, que está muy débil, y este cae y muere...
ELLA: Amasarás el pan, su negocio, y mantendrás a tu madre.
ÉL: Tú vivirías junto a mí.
ELLA: No te quiero. (Transición. Una telenovela.) No te quiero, me has engañado vilmente. Te veías con esa otra mujer, y yo inocente, sin saberlo, pero ya lo sé todo, todo. (Llora.)
ÉL: Ay, Penélope, cómo crees en esas calumnias, pues debes imaginarte que son sólo calumnias, el mundo está lleno de calumniadores que nos hacen la vida imposible. (Normalidad.) Viste la novela.
ELLA: Leía una novela.
ÉL: ¿Qué pasaba en la novela?
ELLA: La muchacha cree que su novio, Alberto, la engaña.
ÉL: ¿Y la engaña?
ELLA: No, hubo un malentendido.
ÉL: Ah. Me gusta tu pelo.
ELLA (Recuerda.): Me encanta tu voz.
ÉL: Te amo, mi vida.
ELLA: Te quiero, mi amor.
ÉL: Si te vas de mí.
ELLA: Me olvidarás.
ÉL: Te recordaré siempre siempre.
ELLA: ¿De verdad? ¿No mientes?
ÉL: Lo juro, cariño.
ELLA: Eres mi dicha.
ÉL: Eres mi felicidad.
ELLA: Sin ti.
ÉL: Sin ti.
ELLA: ¿Qué me pasará?
ÉL (La corrige.): ¿Qué será de mí?
ELLA: Ah. ¿Qué será de mí? Seguirías incitando a las masas. ¿Dicen todavía que tienes mentalidad de terrorista?
ÉL: Me respetan. La cárcel crea prestigio.
ELLA: Tu voz era un trueno. De estropajo.
ÉL (Otra zona de luz.): Han aumentado la tarifa a sus clientes, sus ganancias, ahora, son tres veces mayores. Y el sueldo de ustedes sigue igual. Y amenazan con despidos. Debemos impedirlo, compañeros. (Policía.) Usted es un alterador del orden constitucional. ¡Cállese, camine por ahí! (Un policía gordo.) Un enemigo público. Un comunistoide. (Actitud de apresado.)
ELLA: Vecina, no hay quien aguante a esa señora que se mudó ahí al lado. Cuando no es tirando la basura enfrente de la casa de uno es voceándole vainas a media noche al marido que llega borracho, que no deja dormir a nadie la desgraciada.
ÉL (Abogado de la defensa.): El preso es inocente, señor juez... (El fiscal) El preso es culpable. Graves pruebas pesan sobre él: ha incitado a la turba y al desorden, se le han encontrado armas sin permiso legal, quién sabe para qué fines inconfesables. Además tengo las evidencias necesarias que demuestran la condición de atracador del acusado. (El otro abogado.) No, no. Todo es falso. En primer lugar él estaba ejerciendo un derecho consagrado por la constitución (El juez.) En orden, en orden. Y usted, ¿qué alega?... No alega nada.
ELLA: ¡El 31, vecina! Me dejó con la boca abierta, diez meses jugándolo...
ÉL (Susurrando al oído de alguien.): Que nuestro presidente no es un santo, que no es verdad que sin él nuestro país estaría perdido, que...
ELLA: Y la semana que va a salir, ni veinticinco centavos le meto. Eso se llama estar azarao.
ÉL: ... que el capital extranjero no salva al país.
ELLA (Nuevo plano de luces.): ¡Esteban, Esteban!
ÉL: Aquí estoy.
ELLA: Esteban, estoy encinta.
ÉL: ¿Desde cuándo?
ELLA: ¿Cuándo fue la última vez?
ÉL: Ayer.
ELLA: Desde ayer.
ÉL: Bruta. ¡Tú tienes la culpa!
ELLA (Llora.)
ÉL: ¡Lo dije, insistí, y no me hiciste caso! ¿Qué..., se lo dijiste a tu vieja?
ELLA: Ella murió el año pasado.
ÉL: ¿Y a tu padre?
ELLA: No.
ÉL: ¿No?
ELLA (La novela.): No, papá, no, no me arrancaré mi hijo de las entrañas, es mi hijo, sangre de mi sangre, carne de mi carne, y no me importa lo que diga el mundo, las vecinas y la sociedad... en general. “Espere la continuación de esta apasionada...” Caramba, vecina, ya pasó... (Normalidad.)
ÉL: Penélope, ¿estás preñada?
ELLA: Sí.
ÉL: ¿Te gusta leer esa literatura?
ELLA: Me gusta más leer tus ojos.
ÉL: El brillo de los tuyos...
ELLA: ¿Qué?
ÉL: Me recuerda a mi hermanito enfermo.
ELLA: Ah, ¿si se muere tu hermanito?
ÉL: Tú pondrás pétalos blancos en su boca.
ELLA: Tu padre, ¿tendrá dinero para comprar una caja decente?
ÉL: Le cerraremos los ojos con hojas de limón.
ELLA: ¿Podrías pagar un entierro?
ÉL: Dormido allí, con la misma expresión que ponía al saltar la baranda del vecino para robarse todos lo huevos.
ELLA: Con qué se pagaría el entierro: estoy cansada de esperar, Esteban. ¿Por qué no trabajas con tu padre?
ÉL (Indiferente. Como si fuera un campeón de béisbol.): La bola pica y se extiende, anotando una, anotando dos, tres carreras. Triple el batazo.
ELLA: ¿No me oyes, no me oyes?
ÉL: ¿Sí?
ELLA: No tenemos dinero. No quiero pensar en la situación a la que podríamos llegar. ¿No te da vergüenza?
ÉL (Transición.): Señor, deme cinco centavos para completar el pasaje.
ELLA: ¿Qué?
ÉL: Tengo hambre, deme para la comida de mis hijos.
ELLA: ¿Y qué es lo que padece este hombre? Yo no le veo nada.
ÉL: La limosna por amor a Dios...
ELLA: Que se faje a trabajar el manganzón ese.
ÉL (Canta.): De la virgen, virgen, virgen, quiere una limosnita para ir a Higüey por la nochecita.
ELLA: Por eso estamos así. Tantos vagos y haraganes.
ÉL: ¡Billetero, billetero, 34,223; 34,223; 34,223!
ELLA: Ahí está un hombre honrado.
ÉL: Va a limpiá, va a limpiá.
ELLA: ¡De cualquier cosa se vive!
ÉL: Maní, manisero. Cuerito, mira cuerito. Semilla, llevo la semilla caliente.
ELLA: El trabajo ennoblece al hombre. Quien no trabaja no tiene derecho a vivir, debería estar preso, bien preso.
ÉL (Cambio.): El acusado es inocente, señor magistrado. Es un hombre sencillo, lo conozco desde que éramos jóvenes. Es un amante de la justicia. Un combatiente de las causas justas. Nunca ha sido un conspirador. (Murmullo y mazazos.)
ELLA: Esa bulla. En este lugar no se puede vivir tranquilamente. Se calla esa mujer o me vuelvo loca. Esos niños se meten a la casa sin pedir permiso y lo ensucian todo.
ÉL (El juez.): Tiene la palabra el Ministerio Público. (Fiscal.) Pido para el acusado la pena máxima, ya que se ha demostrado que es un conspirador, un enemigo del orden establecido, de las leyes y del gobierno.
ELLA: Fue un sueño para que me hiciera rica, vecina, pero la suerte de una... el marido preso, el niño enfermo... y un fucú del diablo.
ÉL (Dramático.): Se condena al nombrado Alberto Cesarino a... (Se le quiebra la voz.)
Música. Transición.
ELLA (La telenovela.): Alberto, al fin libre. Has salido de la cárcel, amor mío, te he esperado pacientemente todos estos años. Nuestro hijo tiene cuatro años, es muy parecido a ti, y quiere besarte, ¡al fin libre, al fin libre! (Lo abraza. Normalidad.)
ÉL: El tiempo pasa sin que uno se dé cuenta, Penélope.
ELLA: Sólo quedan los recuerdos.
ÉL: Pero el amor perdura. (ELLA se burla.) El amor permanece. (Se burla más.) “El amor es la fuerza que mueve la tierra.” (Aún más.)
ELLA (Sosegándose.): No entendiste nunca. Ni cuando te torturaron. Estoy vieja, ¿verdad? Me he llenado de arrugas. Muere tu padre, deportan tu hermano. Y yo notas de prensa y notas de prensa pidiendo tu libertad.
ÉL: ¿Qué haces con las manos?
ELLA: Las tengo frías.
ÉL: Deja que te las caliente.
ELLA: ¿Con tus manos?
ÉL: Con mis manos tibias.
ELLA: Eres poeta aún.
ÉL: Nunca he sido poeta.
ELLA: ¿No?
ÉL: Sólo cuando estoy contigo.
ELLA: Si se muere mi madre.
ÉL (Recuerda.): La enterraremos con músicos.
ELLA: Yo le colocaré aretes dorados.
ÉL: Así estará muy bella.
ELLA: Si se muere tu padre.
ÉL: Escribiré un poema.
ELLA: Como Jorge Manrique. ¿Tú?
ÉL: Yo.
ELLA: Tú y yo.
ÉL: Nosotros.
ELLA: Ya no somos jóvenes para esas cosas.
ÉL: Te equivocas. Podemos empezar de nuevo. (Se oye una explosión.) Ven conmigo.
ELLA: No te quiero, Mario. (Se oye otra explosión, ÉL mira hacia allá. La mira un momento y se decide a salir.)
OSCURO.
ESCENA 2
ELLA, estudiante, libros al pecho, lo mira.
ÉL, en lo más alto de una escalera.
ÉL: ¡Quién fuera lluvia para caerte encima!
ELLA: Mario, Louis Althusser asesinó a su mujer.
ÉL: Es normal. La ley de la unidad y lucha de contrarios. ¡Cásate conmigo!
ELLA: Te quiero como a un hermano. ¡Baja!
ÉL: Soy partidario del incesto. No puedo bajar, estoy elevando al cubo números irracionales.
ELLA (Se ríe.): No comprendo el chiste, pero debe ser muy gracioso. Eres muy inteligente.
ÉL: Si lo fuera, ya hubiera hallado la forma de acostarme contigo.
ELLA: Baja, tengo las fotos de Louis Althusser. Supongo que te interesan.
ÉL (De espalda a ella.): No puedo ayudarte. Excúsame.
ELLA: Escríbeme tres páginas. Debo entregarlo mañana.
ÉL: No puedo. Todavía no he resuelto tres ejercicios de Teoría Combinatoria. Tampoco la conjugación de cinco verbos irregulares en todos los tiempos. Además redactaré un volante invitando a una movilización en apoyo a la huelga.
ELLA: ¿Qué huelga?
ÉL: Una huelga. Una huelga es una huelga. Las huelgas se apoyan. Nunca falta una. ¿Quieres ir conmigo al cine el sábado?
ELLA: Tengo una práctica. (Se despide.) ¡Okey! (Se sienta a leer en el suelo.)
ÉL: Okey. (Se pone a escribir de espalda a ELLA. Transición. Se vuelve lentamente y la observa.) Pelo, cara, tetas, vientre, sexo, piernas, nalgas... (Agudo.) ¡La tentación de la carne! (Declamativo.) ¿Puedo dormir contigo esta noche? Haría, señora, tantas cosas, por ejemplo: contar las estrellas, los anillos de Júpiter, o simplemente mis dedos: uno, dos, tres... Oh, amor, que me quiebras el alma, que me robas la calma. (Hora santa.) Sólo tú sabes amar, amén. (Pensativo.) ¡Qué ridículo: acercarme a ella y decirle: Te quiero tanto tanto! Estoy aislado, para el mundo yo no existo, me he elevado yo mismo a este sitio y ¡nadie me mira! (Grita.) ¡Eh, jovencita! ¡Te hablo yo! ¡Eh, aquí arriba! ¿Quiere copular conmigo?, le aseguro que no se arrepentirá: será un honor para usted, soy un célebre filósofo, o mejor, una gran estrella, soy inteligente y rico, sobretodo rico, y como ve, no dejo de tener ciertos atractivos: fui fabricado con un par de cromosomas XY de excelente calidad. (Se lanza desde arriba.) ¡Escúcheme! Tengo un pene aceptable, tamaño familiar, estandarizado, se ajusta a todas las condiciones del terreno, ¿se lo muestro? (Ella retrocede.) ¡Comprendo, no le gustaría el espectáculo! Pero no me negará que vive pensando en hombres. ¿Ve telenovelas, no? (Furioso se lanza sobre ELLA y la toma por el cuello.) ¿Me conoces, eh? ¡Soy el estúpido que en el aula se sienta detrás de ti y te presta los lápices de colores! ¡Quiero que me beses! ¡Si no lo haces, conocerás quién es Louis Althusser! (Le aprieta el cuello. La besa a la fuerza. ELLA cae. ¿Está muerta? ÉL se levanta lentamente, retrocede, sube las escaleras y se agacha asustado. Al público.) Tengo serios problemas de comunicación. He leído a Dale Carnegie... Pero, cuando conocí la doctrina marxista, todo el mundo acabó de pudrirse para mí. Me fastidian los saludos, los pésames, los presentadores de televisión, el ruido de los autos, el gobierno, el ministro de interior... ¡Cuánta estupidez! No me hallo: desearía vivir aislado... (En falsete.) Pero sería un acto burgués... Lo mejor es quedarme aquí y tirar puñetazos contra este mundo. (Se sienta.) La mayor parte del día permanezco con la boca abierta. La fantasía me domina. A veces se confunde con la realidad. Cuando niño leía las historietas de Batman y Supermán, y luego era Supermán, todavía me creo Supermán. ¡Ahora iba a soñar que dominaba el cerebro de ella y la convencía de que se acostara conmigo! (Confidencial.) Una luz podría bajar, concederme poderes: supervelocidad, inmortalidad, convencer a las demás personas de que hagan lo que yo quiera: ¡arreglaría el mundo, lo juro! Empezaría pidiéndole al señor presidente que abandonara su puesto y me pondría yo en su lugar, sería repartida la riqueza e instaurado el comunismo. Mi foto saldría en todos los periódicos del mundo. Inmediatamente, muy cortés y amable, iniciaría la conquista de los Estados Unidos y de toda América, después Europa con todo y Rusia, y la China... (Suspira. Muy serio.) Aquí tengo un mapa con mi plan de conquista. Hay además, una lista de mujeres con las que me acostaría. (Se queda mirando al frente. ELLA aparece detrás de ÉL. Le pasa un plato de dulce de cerezas.)
ELLA: ¿De qué te ríes?
ÉL: No. Recordaba.
ELLA: Dime.
ÉL: Es un drama panfletario que escribió un amigo: el protagonista, golpeado a macanazos, queda en el suelo, luego se levanta y dice: “Hasta la victoria siempre.”
ELLA: No le veo la gracia.
ÉL: La gente se ríe. Después del dramático final el protagonista, golpeado a macanazos, queda en el suelo, luego se levanta y dice: “Hasta la victoria siempre.”
ELLA: Si el autor lo dice con sinceridad.
ÉL: Salen todos los actores y en el proscenio levantan muy dramáticos el puño y dicen: “Hasta la victoria siempre.”
ELLA: Todas las tragedias son un panfleto sobre la muerte.
ÉL: Romeo y Julieta es un panfleto de amor y muerte. Lo importante es la realidad. Siempre gana. ¿Lo preparaste tú?
ELLA: Mamá dice que a todos los novios les gusta el dulce de cereza.
ÉL (Le toma una mano.): Sí.
ELLA: ¿Quieres más?
ÉL (Abrazándola.): No.
ELLA: Hay mucho en la cocina.
ÉL: No. (La abraza, intenta besarla, ELLA lo rechaza. ÉL insiste. ELLA lo empuja violentamente.)
Silencio.
ÉL: Puritanismo. (Largo silencio. Amargamente.) Puterismo.
ELLA (Con la cabeza baja y frotándose descuidadamente las rodillas.): Me duele la cabeza.
ÉL: No me quieres. (ELLA le toma la mano rápidamente. ÉL la mira.)
ELLA: Sábado 28 de junio, con muebles o sin ellos.
ÉL (Medita.): Está bien.
ELLA: Y por la iglesia.
ÉL (No hay más remedio.): ¡Qué carajo! (Transición. Entonan una marcha militar, predominan los redobles. Un comandante de batallón, sable en alto, dirige un fusilamiento. La frase que sigue equivale a: ¡preparen!) Señorita Penélope Segismunda Arévalo y Restituyo. (Apunten.) ¿Acepta usted como esposo al señor Severino Brazobán?
ELLA (Apunta cuidadosamente con un fusil.): Sí.
ÉL: Yo los declaro marido y mujer. (ELLA dispara. ÉL la sostiene en brazos y tararean ¡aleluya! Transición. Trata de comerse un pan.) ¿Qué es eso?
ELLA: El desayuno. ¡Y el pan lo comerás sin queso hasta que consigas trabajo! Aquí yo sola trabajo. ¡El comunismo será muy bueno, pero sin dinero no se puede vivir!
ÉL (Arroja la comida.): No jodas más, coño. Me voy de esta maldita casa. Aquí no se puede ni pensar en paz.
ELLA: ¡Pensar, ah coño! Fantaseando. Los sueños no se venden. Mira nuestra condición. No se puede ser revolucionario en la calle y un parásito en la casa.
ÉL: ¡Ya, coño!
ELLA: ¡No me callo! Si no hubiera salido el 33 en la caraquita, no estuvieras con la panza llena. ¡Y puedes irte! ¡A mí nadie me mantiene!
ÉL: ¿Quién paga el alquiler y la electricidad? ¿Tú?
ELLA: Se deben tres meses.
ÉL: No hago trabajos sucios, inmorales.
ELLA: Coño, y ¿cuál trabajo es limpio? Si trabajas para un banco, para el gobierno, para una publicitaria: todo te lo encuentras mal. ¡Y me acusas de puritana, tú privas de San Francisco de Asís! Ese comunismo tuyo no va para ninguna parte: los dirigentes dicen a cada rato que las condiciones no están dadas.
ÉL (Sube a la escalera.): Las condiciones siempre están dadas.
ELLA: Yo te aviso: antes que la necesidad me coja los huesos me mudo a donde mi mamá. ¡Debería darte vergüenza! (Estriega la ropa.)
Transición.
ÉL (Solo.): La abulia me vence. Soy, poéticamente, un silencio entre los ruidos de motores diesel. En verdad, si falta la represión la revolución no se condimenta. El revolucionario sólo habla y bosteza. ¡Protesta! Acusa. O somos pendejos o la crisis no es tan aguda. Puede ser que sólo yo piense esto. Un hombre solo para enfrentar el mundo. He soñado mucho... ¡Soy un mediocre! ¡Sí! Pero sé qué debo hacer. Sé manejar un fusil, soy inteligente y aprendería rápidamente a manejar otras armas. Quiero alguien que me guíe. Yo solo no haría nada. Nunca he tomado una iniciativa. Siempre imaginaba piropos, pero no tenía valor para decirlos en la calle. Quiero que alguien dispare, entonces yo lo seguiré. No fui hecho para la paz. (Ella aparece detrás.) Mi agua es la crisis. ¡Sé lo que quiero: escupir sobre el mundo!
ELLA: Eres especial: también monologista.
ÉL: El teatro universitario me ha dado un pequeño papel y ensayaba.
ELLA: Tienes una voz muy bonita. Cariño, ¿me haces un favor?
ÉL: ¿Qué?
ELLA: De hacerme un seminario sobre la paz y la bomba atómica que nos marcó el profesor de historia.
ÉL: Okey. Ven a buscarlo mañana.
ELLA (Le pasa la mano por la barbilla.): Gracias, tú nunca me fallas.
ÉL: ¿Cómo hay que enfocarlo?
ELLA: ¡Qué!
ÉL: El tema, desde qué punto de vista.
ELLA: Bueno, el peligro de la bomba atómica, creo.
ÉL: Pero tú, ¿qué opinas?
ELLA: Llena hasta tres páginas como mínimo.
ÉL: Pero me interesas tú, yo estoy pensando por ti en historia y en filosofía desde el año pasado.
ELLA: Uno no puede abarcarlo todo. Mi punto fuerte son los números.
ÉL: La técnica, la mecánica, la electrónica: ¿y el hombre? Las ciencias humanas son importantes. A ese paso estará tu cabeza llena de basura: lo primero que te aconsejo es no ver telenovelas y abandonar la lectura de Cosmopolitan, si pareces un maniquí. Eres bonita sin todos esos ripios.
ELLA: Con eso una se entretiene. ¿Qué otra cosa puedo hacer?
ÉL: Es la gravedad del asunto. Mañana puede explotar una bomba atómica norteamericana aquí mismo, y tú no sabes nada sobre la bomba atómica.
ELLA: Después de muerta no me interesará saber por qué morí.
ÉL: Es el problema capital de nuestro tiempo. El hombre puede destruirse. Y esa arma está en manos del capital. Ellos tienen sus refugios atómicos. Imagínate que se les ocurra salvarse ellos y joder al mundo.
ELLA: No hay gente tan mala.
ÉL: ¿E Hiroshima y Nagasaki, y las experimentaciones descontroladas?
ELLA (Le acaricia la cara.): Una no puede estar enterada de tantas cosas.
ÉL (Hacia el público.): Siempre me ponía la mano en la cara. Mis conversaciones se desviaban. En realidad quería hablarle de sexo. Le huía a la iniciativa. Creí que yo le gustaba, pero sólo era una falsa impresión. La vi pasar con un señor barrigón. Lo que deseaba era un diálogo como éste: (Transición.) ¡Hola preciosa! Tanta carne y yo comiendo huesos.
ELLA (Ríe.): ¡Es una declaración!
ÉL: Si quieres lo tomas, y si no, lo dejas.
ELLA (Ríe más.): No te reconozco.
ÉL: Siempre reservo gratas sorpresas para las mujeres. (Le pellizca un seno.)
ELLA: Eres especial. (Lo abraza.)
ÉL (Separándola.): Hay un lugar que conozco muy bien, muy bonito... es una obra de arte que me gustaría que apreciaras.
ELLA: Un picasso.
ÉL: Mi cuarto.
ELLA: ¡Eres irresistible!
ÉL: Con calma, primero el aperitivo y después el plato fuerte.
ELLA (Danzando.): Estoy loca, loca. La, rali, la, la. (Adopta poses sexualmente provocativas.)
ÉL: Así era ella, una imagen permanente latiéndome en las sienes. Poéticamente: un rayo láser. Pero la realidad no pasó de la teoría del valor.
OSCURO.

ESCENA 3

ÉL, tras las rejas. ELLA, en la casa. Una máscara. Late un corazón.
ÉL: Penélope, siempre fui un inconforme. Recuerdas que mis tíos decían que olvidaría el comunismo cuando me hiciera mayor. (Ríe.) Resistiré. La cárcel es un excremento, se conoce a qué sabe la orina y la mierda. Dormimos apiñados. Me torturan. Dilo a mis compañeros. Estoy enfermo. Todo lo que como lo vomito. De noche no puedo dormir. Los maricones abundan, se agarran entre la mierda. Mi espíritu resiste. Pienso mucho en ti.
ELLA: Tu madre murió. Nuestro niño cumplió cuatro años. Quiero volver a verte, pero no nos dejan entrar. El abogado me dijo que pondrá otro hábeas corpus, no pierdas las esperanzas. (Medita.) Las mujeres hicimos un piquete, nos apresaron en la mañana y nos soltaron en la tarde.
ÉL: Perdóname. Te he hecho sufrir mucho. Te convenía un hombre que viviera indiferente al mundo. (Silencio.) A veces pienso: haber vivido sin protestar, dejar que otros luchen. Pero estoy en un laberinto. ¿Es mi sangre? No creo en el destino. O yo soy loco o lo son los demás. ¡Soy un simple hombre! Resistiré. Por dignidad. Basta que tú lo sepas. Mi pensamiento está contigo. (Cesan los latidos.)
ÉL se levanta bruscamente, como empujado.
ELLA (Presentador de T.V.): La gente admira a los héroes; en el fondo, se ven a sí mismos. Quieren ser lo que es el ídolo. Sinceramente, usted es un héroe.
ÉL (Muy modesto.): No soy un héroe, soy un idiota, un cagón.
ELLA (Con una máscara blanca como la muerte.): ¡Usted es un héroe!
ÉL: Soy un cagón.
ELLA: Usted es un héroe cagón.
ÉL: En el fondo, sólo he luchado por mí. Veía el mundo en función de mí. He soñado la gloria. Ser admirado por los hombres. Quería liberar el mundo, que se me viera como héroe. He vivido siempre alejado de la gente: masas, pueblo, miseria, para mí eran abstracciones. Nunca conocí la miseria más cruel. A decir verdad, nunca me faltó de comer. Creía que podía representar los intereses del pueblo, pero en realidad me importaba nada: solamente me producía rabia ver su situación. Si esa rabia es la solidaridad, entonces, yo soy un héroe, como usted dice... ¡pero qué vaina! Todo esto que digo es falsa modestia. Mi modestia es orgullo.
ELLA: Usted tiene la influencia de una moral santurrona: ¿fue cristiano?
ÉL: Cuando tenía siete años e hice la primera comunión, le pedí a la Virgen que me llevara... Tenía deseos ardientes de ver a Dios. Estaba seguro de que si llegaba a ser adulto me vería atacado por innumerables tentaciones que no resistiría. Por eso le pedía la muerte. Y la desgraciada hizo muy mal, pues me hice comunista y la Virgen se jodió.
ELLA: Usted es un héroe. Será capaz de resistir 200 voltios. ¡Siéntese! (ÉL obedece. ELLA le ata imaginariamente las muñecas y la cabeza.) Bien. Sé que no dirá nada, pero debo cumplir con mi trabajo. Ahí va. (ÉL se contorsiona de dolor.) Realmente me estoy volviendo sádica. Ahí va otra. A este paso, ya será usted carne para sepultureros. (Lo desata. De una patada lo tiende.) Como comprenderá, hay que variar un poco. La vida se hace demasiado monótona. (Indignada.) ¡Hasta cuándo callará!
ÉL (Riendo con amargura.): Hasta la victoria siempre.
ELLA (Se ríe.): Realmente es muy cómico. Decididamente es usted el hombre de mi vida. Lo que siempre he soñado. (Lo abraza.) Un pobre muñeco de trapo que no sé si llevarlo al infierno o al cielo. (Caminan en línea recta mientras se escucha la marcha nupcial. Danzando con él.) Me confunde, me abate. Me gusta la carne revolucionaria, pero la suya es de gallina vieja. Es un muerto vivo, de esos que muere su cuerpo y queda voz. Usted es tierra con cerebro. Hace mucho danza conmigo y nunca se me ha entregado. ¿Es que la tortura te saca la vida a pequeños sorbitos? O estás hecho de idea. Me confundes. ¿Por qué te apegas a la vida? ¿Por que huyes de mis brazos?
ÉL (Rechazándola.): ¿Qué puedo decirte? Sigue rondando. La lucha, el lograr un peldaño más alto en nuestros deseos es el alimento de la vida.
ELLA (Enojada.): ¡Filósofo! ¿Hasta cuándo soportarás?
ÉL (Ríe.): Tenía razón el panfleto. (Transición. ELLA, sin máscara, prepara una bomba molotov.)
ELLA: ¡Vienen hacia acá! ¡Escóndete!
ÉL: ¿Qué? ¿Quién? ¿Dónde?
ELLA: Míralo, un patrullero. ¿Qué hacemos? Lanza la molotov.
ÉL: Era la primera vez.
ELLA: Tenías que hacerlo.
ÉL: Los tomé por sorpresa. Era la guerra. La guerra borra todos los pecados.
ELLA: No debe remorderte la conciencia.
ÉL: Eran jóvenes, muy jóvenes. Eran campesinos, se veía que estaban recién enganchados.
ELLA: Era la guerra. ¡Tírala!
ÉL: No quiero ver.
ELLA: Hay que tener los ojos abiertos. (ÉL lanza la bomba.)
ÉL: Ya no hay tiempo. (Explosión.)
Transición. ÉL y ELLA frente a frente.
ELLA (Confidencial.): Lo hemos convocado a esta reunión, compañero, porque usted se ha desviado de la línea programática de nuestro partido. Nos hemos informado de que usted toma decisiones sin consultarlas. Será sancionado.
ÉL (Se levanta alarmado. Suplicante.): Yo no esperaba eso, compañera. Están equivocados. No pueden hacerme eso. Estoy dispuesto a hacerme una autocrítica.
ELLA: Ya hemos oído demasiadas autocríticas suyas, compañero. Usted debe recomenzar. Lo remitimos a un centro de capacitación política, donde se le darán los folletos que contienen nuestra nueva táctica.
ÉL: Muéstreme un acto reprochable y aceptaré la baja.
ELLA (Autoritaria.): Esto no lo hemos decidido nosotros, sino la alta dirección.
ÉL: Por sugerencia de ustedes, por supuesto.
ELLA: Usted no puede conducir a otros si no comprende la realidad en la que se basa nuestra actual táctica. Usted será integrado a nuestro comité tan pronto haya demostrado un pensamiento y una práctica correctos. Usted está desequilibrado para pensar científicamente. Su práctica política es aislada e individual. Debe aprender a trabajar en grupo. Usted confunde las condiciones de años pasados con la coyuntura presente: ¡el tiempo no oscila, compañero, ni retrocede! ¡La historia es una espiral ascendente! El tiempo es dialéctico. Adáptese a los planes de trabajo de la actualidad: la unidad de las fuerzas que coinciden con nuestra posición y la participación en las elecciones. (Baja la reja junto a la silla. Transición.)
ÉL: Me dejaron en un callejón sin salida. A ellos no les importaban mis problemas personales. Ahora ellos dirán que fui incauto, que estoy preso por precipitado, por ultraizquierdista, por... Pero, Penélope, ellos son mis únicos amigos. Sólo cuento contigo y con ellos.
Transición.
ELLA (Sentada en la posición del principio.): El tiempo se ha quebrado, Mario. Me sucedió algo extraño. De pronto, quería recordarte, pero no logré configurar tu cara en mi memoria. Busqué una fotografía vieja en el baúl. Y seguías siendo un extraño.
ÉL: Me recorre un fuego. Pienso que la rabia no se me pasará, que moriré por ella. Nada me mortifica más que el olvido.
ELLA: Es el sueño que te vence. Trata de dormir, ya no recuerdes. Son pedazos de vida. Ahora empieza una nueva vida. Descansa. Mañana sales al mundo. (Lo acaricia.)
OSCURO.

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